Un perfume que abre como un amanecer mediterráneo: un estallido de cítricos brillantes que te bañan con la luz dorada del sol recién levantado. Se siente como una brisa que trae la promesa de un día fresco, vibrante, donde todo lo posible empieza a desplegarse.
En el corazón, la fragancia retoma ritmo con una melodía especiada ‒ jengibre cálido, ambreta suave ‒ que contrasta con la frescura de la apertura, como el murmullo de hojas verdes ante el viento. Es un paso hacia lo más humano, lo que se siente al latir junto al pulso de la naturaleza.
Luego se posa lentamente en un fondo cremoso y amaderado: ámbar, madera de sándalo, vetiver, vainilla y almizcle. Como una puesta de sol que deja huella, Pisa se seca cálida, envolvente, acogedora, dejando una estela que invita a volver.


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